Microsoft vs. VMware: las empresas pierden en la batalla

sábado, 24 de mayo de 2008



Microsoft da los últimos retoques a Hyper-V, su nuevo software hipervisor que sentará las bases para la virtualización en Windows Server 2008. Este lanzamiento obligará a VMware a afrontar por fin una peligrosa competencia en el mercado de virtualización de servidores Windows. Desafortunadamente, Microsoft ha optado por seguir los pasos de VMware optando por su propia, propietaria, forma de hacer las cosas, y VMware también rehúsa cooperar para llegar a un entendimiento. El resultado: los departamentos TI se enfrentan a la necesidad de elegir entre dos opciones de virtualización incompatibles entre sí.

Los servicios de virtualización se construyen por encima de un fino nivel de código, denominado hipervisor, que se emplaza sobre el hardware y lo abstrae de los servidores Windows virtuales que corren en el nivel superior. El primer propósito de los hipervisores es el redireccionamiento de las peticiones entre múltiples máquinas virtuales y el hardware subyacente de manera que cada máquina virtual (VM) piense que se trata de su propio hardware.

Muchos previeron que el hipervisor evolucionaría para convertirse en un sustrato estandarizado, comoditizado, y que la innovación en la que los suministradores basarían su diferenciación se produciría en los niveles software que funcionan por encima de él. Pero no es eso lo que ha ocurrido. Por el contrario, la contienda por este mercado está tomando el aspecto de una lucha de titanes, en la que dos grandes fabricantes, casi monopolios en sus respectivos mercados, enarbolan su diseño propietario contra el otro.

En cualquier caso, el cariz que está tomando la competencia en el mercado, encaja con las expectativas de VMware. “Nunca hemos creído que el hipervisor llegara a convertirse en una tecnología comoditizada. Si fuera una commodity, ello implicaría una completa ausencia de diferenciación”, asegura Ben Matheson, director de marketing de VMware.

Microsoft, que posee el sistema operativo, ha lanzado ya una beta de Hyper-V y ha anunciado que la versión final del software estará disponible en pocos meses. Por su parte, VMware, claro líder actual en el mercado de virtualización de servidores Windows con su oferta ESX, continúa perfeccionando sus propias herramientas dentro de la suite VirtualCenter. Como consecuencia, a lo largo del próximo año, los usuarios se verán obligados a elegir entre dos pilas de gestión de virtualización que no pueden interoperar porque cada una ha innovado a los niveles más básicos.

Una diminuta pieza de código
Pero lo cierto es que por lo que VMware y Microsoft batallan constituye una diminuta pieza de código (de hecho, el tamaño de Hyper-V, por ejemplo, es de sólo 800 KB) emparedado en el interior de la plataforma estándar de la industria WinTel, justo entre la placa estándar x86 y el sistema operativo estándar de facto Windows.

No obstante, esa diminuta pieza puede constituir un arma importante para Microsoft en un mercado al que quizá de otro modo llegaría demasiado tarde. De hecho, probablemente, con el inminente lanzamiento de Hyper-V, la primera oferta de auténtica virtualización de nivel hardware de Microsoft, el titán de Redmond espera ganar el tiempo perdido frente a VMware, que hoy lidera claramente el mercado de este tipo de tecnologías después de tres años operando en él sin prácticamente competencia.

Si Microsoft hubiera llegado antes al mercado con una oferta de virtualización de nivel empresarial creíble, probablemente hubiera terminado por aplastar a VMware en el ámbito de servidores Windows. Pero ahora, después de más de tres años en el negocio, éste fabricante ha logrado un buen posicionamiento de su sistema VirtualCenter -un conjunto de productos ya maduro y probado- y disfruta de una posición consolidada en la mayoría de los despliegues de servidores empresariales corporativos; además, por supuesto, del sólido apoyo económico que puede proporcionarle el grupo al que pertenece: EMC. Es decir, VMware no está ni muchísimo menos indefenso. ¿Quién saldrá vencido en la batalla? Desde luego, a corto plazo, no será ni VMware ni Microsoft.

Hyper-V es rápido, está profundamente integrado con Windows Server 2008, y Microso
ft piensa ofrecerlo
con su sistema operativo de forma casi gratuita. Su único problema en realidad reside precisamente en su incapacidad para trabajar con el ecosistema de herramientas de VMware, las cuales sólo soportan ESX, el hipervisor de su fabricante. Y, a menos que se trate de pequeñas empresas que hasta ahora no haya introducido virtualización o de alguna de las pocas grandes que de momento se hayan mantenido al margen de estas propuestas, probablemente los potenciales clientes de Hyper-V se habrán comprometido ya fuertemente con el ecosistema VMware.

Por tanto, las empresas que opten por el hipervisor propietario de Microsoft tendrán una solución altamente integrada, de elevado rendimiento, escalable y prácticamente sin coste para la virtualización Windows. Pero, en realidad, muchas de ellas sí habrán de pagar un precio nada despreciable si se deciden por la propuesta del fabricante de Windows: abandonar VirtualCenter sobre las máquinas en las que quieran utilizar Hyper-V.

Signo de un mercado inmaduro
Pero, ¿realmente resulta necesario que el hipervisor sea una tecnología propietaria? Los esfuerzos de VMware y Microsoft por diferenciarse al nivel del hipervisor recuerdan la situación en que se encontraba el networking hace más de treinta años, cuando todos los suministradores creían poder mejorarlo con tecnologías diferentes (Token Ring, Ethernet, ARCnet, etc.). Poco a poco, sin embargo, los fabricantes han ido aceptando la idea de que tomando un sustrato común estándar (TCP/IP sobre Ethernet) y concentrando sus esfuerzos de innovación en los niveles superiores de la pila de software, estimularían el crecimiento del mercado en su conjunto y, en consecuencia, el valor de su propia porción en el pastel. Parece que en el caso de la virtualización los suministradores aún no están preparados para ver el escenario con suficiente perspectiva. Hoy sus discursos giran aún en torno a conceptos como velocidades e hilos (feeds), pero probablemente el propio mercado termine por imponer sus propias normas.

Si toda la informática basada en servidor está en las primeras etapas de una migración masiva hacia las máquinas virtuales, como muchos analistas sostienen, la carencia de un hipervisor estándar para Windows sólo servirá para retrasar la transición. El que los fabricantes centren sus esfuerzos competitivos en este nivel no hace en realidad sino demostrar lo inmaduro que aún está el negocio de la virtualización. El problema se encuentra en que, pese a esta inmadurez, son ya muchas las empresas que dependen de la virtualización. Aunque también es cierto que la perspectiva de la aparición de un hipervisor de Microsoft incompatible con VMware está fomentando ya la cautela y la precaución en numerosas empresas. Como resultado, éstas tienden a retrasar sus inversiones en este tipo de tecnologías hasta ver hacia dónde se decanta finalmente el mercado por miedo a quedar encerradas en la tecnología equivocada. Después de todo, como se ha dicho, muchos departamentos de TI han invertido ya fuertemente en productos VMware, pero conocen de sobra el poder de Microsoft, que, por otra parte, es precisamente el fabricante de las plataformas servidor a virtualizar.

Cuando se plantea la cuestión de cuál puede ser el interés de VMware en hacer su tecnología de hipervisor incompatible con Hyper-V, no cuesta demasiado encontrar la respuesta: soportando únicamente su propio diseño hipervisor propietario, VMware, actual líder del mercado, podría temporalmente dificultar la rápida entrada de Microsoft en el espacio de virtualización de servidores empresariales. Es muy consciente de que si soportara Hyper-V correría el riesgo de perder control sobre su propio destino.

Pero lo cierto es que ambos, Microsoft y VMware, están actuando en perjuicio del usuario empresarial al continuar siguiendo una política propietaria en este terreno con el fin de mantener prisioneros a sus clientes. Uno de estos clientes es MGM Mirage, compañía que ha estandarizado su virtualización sobre VMware, pero, por lo demás, puede considerarse un entorno Microsoft. “VMware no trabaja sobre todos nuestros productos Microsoft hoy día”, explica su CIO, Tom Peck, quien considera que VMware dispone de un sistema de gestión más maduro para la empresa. Sin embargo, a Peck, como es lógico, no le agrada demasiado la perspectiva de que la suite de este fabricante no vaya a trabajar con Hyper-V.

El cliente sale perdiendo
La batalla por la virtualización entre Microsoft y VMware hace sentirse a Peck, como a otros muchos CIO, atrapado. Por una parte, les gustaría aprovechar Hyper-V, un fino nivel de software cuyo rendimiento ha sido optimizado para Windows. Sin embargo, optar por tal alternativa, le exigiría abandonar Virtual Center de VMware y todas las herramientas de gestión asociadas a este producto, como VMotion y Distributed Resource Scheduler. Y, al menos por el momento, las ofertas de gestión de virtualización de Microsoft no están ni mucho menos tan avanzadas.

Para luchar contra la ventaja de rendimiento propietario que rodea a la estrecha integración de Hyper-V con Windows Server 2008, VMware ha desarrollado ESXi- una versión más ligera –solo ocupa 32 MB- del hipervisor ESX que algunos suministradores de servidores están ya embebiendo en su hardware sobre discos flash USB internos. VMware no quiere revelar lo que cobra a los fabricantes de servidores por ESXi, pero el coste incremental para los compradores probablemente resultará insignificante. Por su parte, Microsoft está vendiendo Hyper-V por 28 dólares y posiblemente terminará dándolo gratuitamente en muchos casos.

Pero, ¿por qué 28 dólares y no cero? “Cuando Microsoft da las cosas gratis surgen siempre las sospechas”, explica Ward Ralston, director de producto para Windows Server 2008 de Microsoft. “No podemos darlo completamente sin coste precisamente por quiénes somos”, asegura Ralston en referencia a los diversos encontronazos del fabricante con los reguladores responsables de la competencia en distintas zonas geográficas por la aplicación de prácticas consideradas monopolísticas. No obstante, lo cierto es que los dos competidores –VMware y Microsoft- están suministrando sus respectivos supervisores prácticamente sin coste y, como se ha dicho, secuestrando al cliente.

¿Terminará apareciendo un hipervisor estándar?
Así, sean cuales sean los argumentos de las partes enfrentadas, esta batalla competitiva no atiende a las necesidades de los responsables TI empresariales, que desean un hipervisor común que les permita utilizar la pila de herramientas de gestión de su elección.

Ante esta situación, cabe hacerse las siguientes preguntas: ¿emergerá finalmente un nivel hipervisor más abierto y estandarizado para el mercado de servidores Windows? o, por el contrario, ¿seguirá este enfrentamiento la misma evolución que el de Blu-ray y HD DVD, saliendo victorioso un único supervisor propietario? Peck cree que las empresas demandarán apertura. “El ganador será el producto más abierto e interoperativo”, asegura. “En este momento ninguno de los dos lo es”.

Los fabricantes tendrán todavía que pasar por el proceso de reflexión y maduración necesario para llegar a tal conclusión. Y, en cualquier caso, el consenso no se alcanzará hasta transcurridos algunos años más. Por ahora, Microsoft y VMware parecen determinados a utilizar todas sus armas para hacerse con el dominio del mercado.

 

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